12 dic 2013

En Brasil existen las condiciones para un 2014 mejor


Desde el punto de vista económico, Brasil es un país relativamente cerrado: las exportaciones representan 13% y las importaciones 14% del PBI a precios de mercado. Sin embargo, la coyuntura mundial tiene alguna influencia sobre las variaciones de nuestro PBI, a través de la fluctuación de las exportaciones e importaciones físicas y de la relación de sus precios relativos, que llamamos "relación de intercambio".
Cuando crece, ganamos un "bono" del mundo equivalente a un aumento accidental de nuestra productividad. Por eso existe una correlación (una variación concomitante) entre la coyuntura mundial y la nacional: tenemos más facilidad para crecer un poco más en una coyuntura mundial favorable.
La relación es tenue, pero tal vez sea un componente -junto con la pequeña caída de la relación de intercambio-de parte de la explicación de la dramática reducción del crecimiento del PBI en los últimos tres años. El resto es responsabilidad de nuestra propia política económica.
La tabla revela que entre el tercer trimestre de 2002 y el tercer trimestre de 2010, el PBI creció 3,8% al año. Entre el tercer trimestre de 2010 e igual período de 2013, el avance fue de 1,8%, con una composición profundamente diferente.
La caída de 80% del crecimiento del sector industrial, sumada a la reducción de la expansión de la economía mundial, sea tal vez responsable de cerca de la mitad de la disminución de 2% en la tasa de crecimiento del PBI entre los dos períodos. Aunque seguramente también hay otras causas.
Sin embargo, en el corto plazo, es muy difícil dejar de aceptar el hecho de la brutal caída de la demanda de elaborados producidos en Brasil, como consecuencia de la combinación mortal de la super-valorización cambiaria acompañada de una paulatina desorganización del sistema de tarifas efectivas y de la ausencia del "draw-back verde amarillo" que tuvimos un día.
El gráfico registra el saldo comercial (exportación menos importación) del sector de manufacturas y la tasa de cambio real (tasa de cambio nominal dividida por el salario nominal de cada año). Con un desfasaje de dos años, el saldo responde a las variaciones del cambio real. Se trata de una visión puramente impresionista.
No se necesita buscar una explicación más sofisticada para entender que entre 2002 y 2007 el importante superávit (producido por la corrección cambiaria que impuso el mercado en 1999), de u$s 139.000 millones, se transformó en un déficit de u$s 171.000 millones entre 2008 y 2013, gracias principalmente a la excesiva valorización cambiaria. En el período, la política económica "robó" millones de dólares de demanda externa e interna de la industria nacional de manufacturas.
La alta carga tributaria, la tasa de interés real más alta del mundo y el cambio más valorizado del planeta (debido a los aumentos de salarios nominales muy por encima de la productividad del trabajo), utilizado como instrumento de control de la inflación, congelaron el "espíritu animal" del empresario nacional y aumentaron los riesgos de nuevas inversiones. Por suerte, el mercado, de nuevo, impuso la corrección del cambio.
La tasa de interés real (con sus idas y vueltas) es más baja. Eso sugiere que, dentro de entre 12 y 18 meses la industria manufacturera utilizará mejor los factores de que dispone, ayudando a la recuperación del crecimiento.
Por otro lado, la clara disposición del gobierno para mantener la búsqueda de la "modicidad tarifaria" con amigable audiencia y respeto a los límites del sector privado, aumentó la probabilidad de éxito de las licitaciones de concesión en el sector de infraestructura, incluso en el ferroviario. Serán poderosas palancas para acelerar las inversiones en infraestructura.
Finalmente, la lenta recuperación de la economía mundial tal vez pueda darnos un pequeño aliento adicional. Esos tres factores podrán proporcionarnos un razonable 2014.
Si insistimos, con la cooperación del Congreso, en una fuerte coordinación entre adecuadas políticas fiscal y monetaria, alejaremos las amenazas y la incertidumbre que hoy nos cercan. La disipación de la posible "tempestad perfecta", que sería la combinación simultánea de una caída de un punto en nuestro rating soberano y el inicio ("tapering") del aflojamiento monetario de Estados Unidos -que será, como siempre, torpe-depende solo de una acción firme y creíble del gobierno brasileño. Es lo que refuerza la esperanza de tener un 2014 un poco mejor de lo que fue 2013

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