2 sept 2013

Obama sale a buscar el apoyo del Congreso para intervenir en Siria


El debate legislativo arrancará en 10 días. Los demócratas temen que los republicanos reclamen concesiones en áreas sensibles. La opinión pública no avala la acción militar

El gobierno estadounidense denunció abiertamente que el régimen de Bachar al Asad usó gas sarín, prohibido por las Naciones Unidas. La afirmación, lanzada ayer por el secretario de Estado John Kerry, forma parte de la campaña para persuadir al Congreso de que autorice una intervención militar en Siria, movida en la que Barack Obama se juega su credibilidad como líder mundial.
El jefe de la diplomacia estadounidense protagonizó ayer varias apariciones televisivas, en las que sostuvo que su país tiene pruebas de que el régimen sirio usó gas sarín en el ataque perpetrado en la periferia de Damasco el 21 de agosto.
Muestras de pelo y sangre de las víctimas de ese ataque, en el que según EE.UU. murieron 1.429 personas, “han dado positivo” por exposición al sarín, detalló Kerry.
“Creemos que el caso (contra Siria) es poderoso y continúa creciendo cada día”, agregó el funcionario, quien se mostró convencido de que el Congreso dará a Obama la autorización que ha solicitado para llevar a cabo una acción militar contra el régimen de al-Assad. No obstante, Kerry matizó que Obama tiene “el poder” y la autoridad para atacar Siria con independencia de lo que el Congreso vote, sin dejar claro si seguirá adelante con sus planes militares si el Legislativo los rechaza.
Hasta el viernes, el presidente estadounidense parecía decidido a realizar la intervención. Pero el rechazo en el Parlamento británico a la participación del Reino Unido y la falta de apoyo entre la población estadounidense, entre otros factores, le hicieron cambiar de opinión a última hora.
Después de un paseo de 45 minutos en la tarde del viernes con Denis McDonough, su jefe de gabinete, conocido por sus reticencias a actuar militarmente en Siria, Obama sorprendió a sus asesores con su decisión de buscar la autorización del Congreso antes de atacar. Sus asesores le advirtieron de que el retraso de la acción envalentone al régimen de Al Asad y a otros “enemigos” como Irán y Corea del Norte, pero el mandatario se mantuvo firme en su decisión.
El temor que ha comenzado a emerger es el de que los congresistas del Tea Party, el ala más conservadora del Partido Republicano, intenten usar la votación sobre Siria para lograr concesiones en temas como las negociaciones sobre el presupuesto o la reforma sanitaria.
También hay dudas acerca de que los congresistas demócratas más progresistas se decidan a apoyar el ataque a Siria. “En este momento, yo diría que si la votación fuera hoy probablemente sería un no”, afirmó el legislador republicano por Nueva York Peter King en la cadena Fox News. De todos modos, el debate legislativo no comenzará antes del 9 de septiembre.
Por su parte, el mayor aliado internacional que ha encontrado EE.UU. hasta el momento sostuvo que no actuará de manera “solitaria”. Así lo aseguró el ministro del Interior, Manuel Valls, quien ratificó que hace falta “una coalición”.
Francia, que gobernó Siria por más de veinte años hasta la década del ‘40, ha estado cada vez bajo mayor presión para someter una eventual intervención a una votación parlamentaria. Una encuesta publicada el sábado mostró que la mayoría de los franceses no aprueban la acción militar contra Siria.
Respaldo árabe
La intervención militar sumó ayer un apoyo clave en la región. Los países integrantes de la Liga Arabe, reunidos ayer en El Cairo, llamaron a la comunidad internacional a “tomar medidas disuasivas y necesarias” contra el régimen sirio por la muerte de civiles con armas químicas. También afirmaron que los responsables por el ataque deberían enfrentar un juicio, como lo han hecho otros “criminales de guerra”. Líbano, Irak y Argelia declinaron apoyar el texto. Egipto había dicho que se oponía, pero no votó en contra de la resolución.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, entidad con sede en Londres, en los dos años y medio que lleva el conflicto han muerto más de 110.000 personas. Más de la mitad de las víctimas eran civiles, y de ese total, 5833 eran niños.
La entidad dijo que sus cifras incluyen a víctimas del ataque con armas químicas en Damasco. Sin embargo, el grupo cuenta sólo cerca de 500 decesos, cifra que contrasta con los 1400 que reporta Washington.
El mandatario sirio, por su parte, sostuvo ayer que su país seguirá su “lucha contra el terrorismo” pese a las amenazas de EE.UU. Bachar al-Assad dijo, luego de entrevistarse con el asesor de seguridad iraní Alaedin Boruyerdi, destacó que “Siria es capaz de hacer frente a cualquier agresión extranjera, al igual que hace con la agresión interior, y logra victorias para recuperar la seguridad y la estabilidad en el país”.

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