6 nov 2013

La caída de la inversión pública amenaza el crecimiento de EE.UU.


Cayó a 3,6% del PBI, su nivel más bajo desde el desarme tras la Segunda Guerra Mundial, en gran parte por el éxito de los republicanos en impedir, vía recortes presupuestarios, que Obama eleve el gasto en infraestructura, ciencia y educación

La inversión pública en Estados Unidos se encuentra en su nivel más bajo desde el desarme posterior a la Segunda Guerra Mundial. Es el resultado del éxito de los republicanos en impedir que Barack Obama eleve el gasto en infraestructura, ciencia y educación.
La inversión bruta de capital realizada por el sector público cayó a sólo 3,6% del PBI norteamericano, comparado con el promedio posguerra de 5%, en un momento en que la austeridad se siente en la economía más grande del mundo.
Los republicanos de la Cámara de Representantes se las arreglaron para achicar el Estado norteamericano con constantes pedidos de recortes de gasto, pese a que su postura intransigente para ellos tuvo un precio político: sus actuales niveles de aprobación en el Congreso nunca fueron tan bajos.
Los demócratas controlan la Casa Blanca y el Senado y no hicieron sustanciales concesiones en la batalla de octubre por la paralización del gobierno, pero Obama todavía está lejos de cumplir uno de los principales objetivos económicos de su presidencia.
Las cifras subrayan cómo los recortes generales de presupuesto están amenazando el crecimiento futuro, porque el hacha cae fuertemente sobre las inversiones federales que impulsan la producción y no sobre las transferencias como las pensiones y la salud para ancianos.
“La inversión federal del año fiscal de 2012 fue de u$s 475.000 millones; si miran nuestra propuesta para 2014, es de u$s 624.800 millones. Estamos proponiendo un incremento muy grande y se debe a que el país no está invirtiendo suficiente en su infraestructura y en investigación y desarrollo”, dijo Jason Furman, jefe del consejo de asesores económicos de Obama.
Las cifras surgen mientras los republicanos y demócratas inician las nuevas negociaciones para los planes fiscales y del gasto para el resto de 2014. A mediados de enero vence el actual acuerdo.
La presión sobre los presupuestos para infraestructura se agudizó desde la Gran Recesión de 2008-09 pero la inversión pública en Estados Unidos se debilita desde fines de los años sesenta. Por ejemplo, el gasto en autopistas viene disminuyendo desde 2000 porque las principales fuentes de ingresos para ellas, los impuestos al combustible, no están atadas a la inflación y a su vez, los autos son más eficientes en el consumo de nafta o gasoil.
Desde que Obama empezó su campaña para la presidencia, mencionó la necesidad de revertir esas tendencias. En un discurso de junio de 2008, aseguró que la innovación, la educación y la infraestructura eran la principal respuesta a los desafíos económicos que creaban la tecnología y la globalización.
La inversión pública creció al inicio del mandato de Obama (brevemente aumentó a su nivel más alto desde principios de los noventa) debido a su estímulo fiscal. Pero esos avances se revirtieron con los posteriores recortes. Las mayores caídas se observan en infraestructura, especialmente la construcción de escuelas y autopistas.
La financiación federal para investigación y desarrollo se redujo apenas modestamente hasta ahora, pero caerá mucho más conforme a los próximos presupuestos. Eso amenaza una fuente fundamental de crecimiento de productividad para toda la economía, porque muchos avances científicos son financiados por organismos estadounidenses como los Institutos Nacionales de Salud.
Si bien la intuición de la mayoría de los economistas y empresarios es que la falta de inversión en infraestructura será negativa para el crecimiento, la evidencia es bastante variada y es difícil de determinar cuál debería ser el nivel “correcto” de inversión pública.
Según Douglas Holtz-Eakin, presidente del American Action Forum, tiene poco sentido reducir la inversión pública cuando el principal impulsor de los déficits de largo plazo en EEUU. es el mayor gasto en pensiones, salud y otros subsidios.

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